08 noviembre 2005

“Gabo” liberado entre “tigres”


Taller de prensa *

Esperando encontrar un libro liberado, Édgar se levantó el pasado domingo 23, a las ocho, una hora antes de lo acostumbrado, día en el cual la campaña Libro Libre de Bolivia liberaría libros en las calles y plazas de la ciudad.

Todo ya estaba acordado, él junto con Roberto se encargarían de recorrer El Prado, transitar por la plaza del Estudiante, la Isabel La Católica y la plaza Abaroa. Buscaron en las bancas, no encontraron nada, buscaron en los jardines y no había nada. Édgar y Roberto no encontraron lo buscado, la ciudad es muy grande y pese a que no renunciaron a la posibilidad de encontrar un libro liberado, para la próxima, ellos liberarían uno, tratando de promover el hábito de la lectura.

Guillermo tardó en llegar, le había esperado por más de veinte minutos y cuando ya me iba apareció con el rostrro que expresaba cansancio por la carrera que tuvo que realizar para llegar hasta la plaza Villarroel. Bajamos al parque Scoutt, que por cierto me trae a la memoria muy buenos recuerdos de mi infancia.

—Fabián, ¿aquí lo vas a dejar?
—No estoy seguro —le respondí.

Cuando lo estaba por dejar debajo de ese frío y severo monumento de bronce, me vino a la mente el día que mi primo me había obsequiado el libro hace más de diez años. Pero los recuerdos más gratos son aquéllos que tuve cuando llevaba el libro a los partidos de The Strongest allá por 1999, para leerlo en el entretiempo. Sin duda era un libro que visitó muchas veces las graderías del “Hernando Siles”. Entonces me decidí, ése no sería el lugar para liberarlo, lo haría por la tarde, en la curva sur del “Siles” cuando se juegue el clásico paceño.

Había menos gente de la esperada, la tarde tuvo sol, llovió, se marcaron cuatro goles. El empate no me agradó pero la derrota hubiese sido peor. La hinchada “aurinegra” aún cantaba luego de concluido el partido, me sumé a ellos y dejé los Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez sobre una de las graderías. Poco a poco me fui alejando, sin perder de vista el libro, esperando ver quién lo recogía, más no pude, apareció más gente y lo perdí. Abandoné el estadio, había liberado un libro.

Al día siguiente, los muchachos y muchachas del grupo me dieron a conocer las experiencias que les tocó pasar el 23 de octubre. Si bien no encontraron libros liberados, la idea de liberar un libro el próximo mes les pareció interesante. Por la tarde, revisé mi correspondencia y leí un mensaje que decía: “Gracias por el libro”. Me agradó saber que los Doce cuentos peregrinos del “Gabo” tienen ahora nueva propietaria llamada Roxana. Espero que disfrute de su lectura, tanto o más que yo y me avise cuando lo libere.

* Este texto es un fragmento de un trabajo del taller de prensa (Paralelo A) de la carrera de Comunicación Social de la UMSA formado por Fabián Alberto Miranda Murillo, Édgar Cari Leandro, Gabriela de Alencar, Cinzia Durán, Rubén Guillermo Quispe Torres y José Roberto Antonio Jihuacutí.

1 comentario:

Soñadora Insomne dijo...

Lo siento. Me pasé. Encerrada en el trabajo y la cínica estupidez de la vida que insiste en aquejarnos algunas veces. Insisto, algunas veces.
Publiqué en mi blog acerca de la liberación de libros, pero no liberé. La siguiente libero seguro. Ya tengo el libro, pero va a ser muy costoso despedirme de él.
Es uno de García Márquez muy importante para mí.
Un beso, y no dejemos de lado esta aventura, aunque a veces se nos haga difícil.